Oraciones para protección de los Padres e Hijos.


Para proteger a los Niños.

No olvides, Santa Señora de la Muerte, que tú también fuiste infante. En lo recóndito de los abismos temporales, existe un registro de tus ocurrencias infantiles. La infancia de tu santo concepto y cuerpo, ya estaba inferida de poder, tu gracia ya tenía piedad; por ello te pido, amorosa señora cuida de (DECIR EL O LOS NOMBRES DEL NIÑO O NIÑOS), que no le(s) pase nada malo; tiende tu manto sobre las fuentes de peligro. Cuida su salud y ayuda a que sea(n) gente de bien. Haz su corazón claro y equilibrado. Haz sus pensamientos prudentes, decididos, y bríndales la sensibilidad para que aprecien lo maravilloso de la gran obra. Amén

De los Padre por el Porvenir de los Hijos.

Santísima Muerte, tú que conoces a cada uno y a cada uno llamas por su nombre y das a cada hombre una vocación, para llegar a la salvación para darte gloria y para ser una ayuda a los hombres sus hermanos. Ha llegado también para nuestro(a) hijo(a), el momento de descubrir el camino que has señalado para él(ella). Ilumina su mente con tu luz; sostenlo con tu fuerza, para que no se contente con un ideal fácil. Iluminanos también a nosotros, sus padres, para que le ayudemos a reconocer su vocación y a realizarla generosamente, sin poner impedimentos a su libertad y sin oponernos a tu guía interior. Amén.


Para pedir protección por un Hijo Ausente. 

Nuestro hijo, Santísima Muerte, es también tuyo. Está alejado de nosotros, pero está contigo, y tu maternidad nos consuela. En ti permaneceremos unidos. Tú ves lo que nosotros no vemos. Tú puedes lo que nosotros no podemos. Tú eres amorosamente providente. Aleja de él todo peligro. Protégelo ahora que está lejos de casa. Confiamos en ti, porque eres la mejor de las madres. Amén

Debe rezarse todos los días.

De los Hijos por sus Padres.

Ser de luz y tierra, majestuosa, Santa Muerte, concédeme comprender mejor a mis padres, y saber devolverles amor por amor. Si yo no puedo amarlos como antes, es que debo amarlos más. No ya como un niño que balbucea, sino como un hombre que sabe lo que tiene que decir, y expresa su alma en un lenguaje dulce y fuerte. Yo me acercaré a mi padre y a mi madre, que sufren por mí, y cuyo trabajo hasta ahora no he apreciado. 

Bendita Santa Muerte, que escuchas a tus hijos; te pedimos por nuestros padres. Por medio de ellos nos lo diste todo; devuélveles todo el bien que nos han hecho. Nos han dado la vida: consérvales la salud. Nos han dado el alimento: dales el pan de cada día. Nos han dado el vestido: que sus almas se hallen vestidas siempre de tus gracias. Concédeles sobre la tierra, la felicidad que se encuentra en servirte y amarte; y has que podamos estar un día reunidos en el cielo. Amén.

Debe rezarse todos los días.

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